jueves, 29 de diciembre de 2016

Pájaros en la cabeza



No son sólo 
pájaros en
la cabeza,
lo que me despeina

           cuando yo te veo, 
son también las ganas
de robarte la atención

                 susurrándote un beso
en todas las esquinas que doblamos,

son el aire y la lluvia, 
que enfermos de envidia, 
me intentan agarrar
       con sus manos mi pelo, 
y por más que me empujen,
                     me insulten, 
                   me bufen,
             me bramen,
no consiguen arrancarnos

                a mí de ti.
                a ti de mí,
a nosotros mismos de nosotros.


No son sólo 
pájaros en

la cabeza,
sino también ciento volando, 

bandadas escapadas
de los sueños de Hitchcock que recorren la troposfera

     cantando tu nombre
                                    en tu busca

y surfean los vientos,
   sorben los mares,
   cosen las nubes,
   desordenan las hojas de los árboles, 

   deletrean las ciudades
                     por las que pasan 
esperando que en una de ellas
          oigas tu nombre en su canción, 
                    ices tu mirada al cielo
y te vengas 
     volando
con ellos.

No son sólo 
pájaros en
la cabeza,
no son utopías, 

no son horizontes
            que nunca llegues a tocar con tus manos,




son ideas,
               son albricias

son luz que se nos desprende de las cabelleras 
mientras nos olvidamos en algún cajón
                                       esas tristezas 
y nos ponemos guapos
para bailar la felicidad 
al borde del precipicio. 

lunes, 13 de junio de 2016

La alegría



Me rebasa la rabia,
me desbordan el hambre,
la pobreza, la injusticia,
la enfermedad,
esta indiferencia que me ahora,
los mendigos pidiendo en la acera,
a los que no me atrevo a mirar a los ojos.

Me saturan las mentiras
como piedras en una lapidación,
por prensa, televisión y radio,
pero donde más me duelen es
                                en la calle
(la calle es nuestra, joder,
que no nos quiten también eso).

Me roban la memoria,
me niegan tres veces,
me intentan asustar,
me golpean con multas,
me desahucian,
me privatizan el sol,
me crucifican
con la moral católica apostólica romana,
me exilian
y si intento entrar
me disparan en Ceuta,
viven por encima de mis posibilidades
                             sin pedir permiso
y yo sigo aquí
esperando a Godot,
                    sin hacer nada
mientras me rebasa la rabia.

Pero de esta rabia saltan chispas
que contienen toda la fuerza del sol,
que saltan
                 de cabeza
                                  a cabeza
encendiendo conciencias,
descerrajando las soledades
y vacunándonos contra la cobardía.
Esta rabia se contagia
                 de boca
                              a boca,
de idea a idea,
de sonrisa a sonrisa,
y se va transformando en alegría,
y de repente
empezamos a conjugarnos en la primera persona del plural,
poco a poco comprendemos
que somos el origen de todo
y que los fantasmas,
               si los dejas de mirar,
                           desaparecen,
nuestra voz se convierte en un cañón
            contra los muros de la apatía,
nuestros pasos hacen temblar los cimientos
                                 de la nueva esclavitud,
nuestra ilusión se transforma en realidad
                       transformando la realidad
y nuestra rabia,
                       que arde dentro de su oscuridad,
nos empuja hacia el amanecer.

Y cuando nos golpeen,
                      resistiremos,
cuando nos golpeen otra vez,
                     resistiremos,
cuando nos vuelvan a golpear,
                    resistiremos,
cuando nos amordacen,
             nos desataremos,
si nos dividen,
             nos multiplicaremos,
si nos mienten,
no les creeremos,
si nos pisan,
          todavía más altos y decididos,
          nos levantaremos,
si ladran, es que cabalgamos,
si nos atacan,
          no basta con defender,
          esta vez también atacaremos,
que si nos hieren,
       es porque no estamos muertos
y si nos vencen…
             no podrán
            porque no nos rendiremos.

lunes, 1 de febrero de 2016

Modlov ¿los poetas también cagan y vomitan en los bares? 18 puntos

"Modlov ¿los poetas también cagan y vomitan en los bares? 18 puntos"

Eso es lo único que dicen de mí en el artículo sobre la pasada Slam Poetry de Granada en eldiario.es. Soy un poeta que caga y que vomita en los bares, si es que me merezco el título de poeta. Para el resto de los poetas, con todo mi respeto a ellos, todo son elogios, pero yo sólo cago y vomito.

No sé qué conclusiones sacar de mi participación en la Slam. Os voy a contar brevemente mi participación. Era la primera vez que participaba en una competición así; ya había visto una en directo un mes antes para inspeccionar el terreno y después de comprender al 100% su mecanismo y ver su ambiente decidí prepararme para la siguiente cita. No pretendía ganar, ni llegar a la final, pero sí me creía muy capaz de llegar a la segunda ronda. Así que fui el pasado jueves al Apeadero y me apunté en la lista de poetas (deletreando varias veces mi extraño nombre). 

Comenzó el espectáculo con los poetas sentados al fondo del escenario esperando su turno, aumentando los nervios (que aunque uno ya tiene una edad, no es inmune). Iban pasando los poetas y me sentía aliviado cada vez no me tocaba recitar después de los poetas más conocidos de la Slam, los más efectistas, los más guapos -por eso de evitar el efecto halo- y cuando ya quedábamos tres o cuatro nada más sacan mi nombre del sombrero. Me levanto; decido no usar el micro porque la acústica era buena; con los papeles en la mano busco el poema que iba a recitar Los poetas también; digo el título; dejo cinco segundos de silencio y comienzo mi actuación. No era la primera vez que recitaba este poema en público. Estaba seguro de mí. No me trabé en ningún momento. Hice las pausas que había decidido hacer, improvisé la mitad de los gestos y la otra mitad los hice como pretendía hacerlos. Apenas miré al papel. Terminé el poema y la gente aplaudió (los aplausos no son un mérito, son mera educación).

Entoncés sucedió lo que no sé cómo interpertar. Empezó la votación y alguien sacó un seis (la nota más baja que se suele poner); la siguiente fue un cuatro, lo que provocó polémica, hubo gente que abucheó, pero el presentador supo hacerlos callar; las siguientes notas no mejoraron la media: seis, seis y siete. Durante un segundo la gente no reaccionó, tuve que ser tristemente yo el primero en aplaudir el resultado (el peor de la noche) para que unos cuantos más me siguieran y así se corriera un tupido velo. Tengo que destacar que un tipo desde la penúltima fila gritaba que para él yo tenía un diez. También Alberto Prieto y José Montoro, que se sentaban a mi lado, me felicitaron sínceramente (o al menos eso creo).

Terminó la primera ronda (huí de la segunda), estaba triste y confuso. Durante la pausa Alma me consoló y se me acercó Taro (uno de los que siempre pasa a la segunda ronda) a felicitarme por el poema. Otras dos personas desconocidas me dijeron que les había gustado y no sé si me lo decían por pena o por qué. Me di cuenta de que mi camiseta llamaba mucho la atención y decidí ponerme la sudadera para evitar más pésames.

¿Qué conclusión debería sacar de todo esto? ¿Doy pena? ¿Soy polémico? ¿Mi poesía da asco? ¿Sólo sé cagar y vomitar? ¿Cómo es que no hubo disidencia entre los 5 miembros del jurado? En serio, llevo una temporada muy mala en lo que se refiere a lo artístico y este ha sido un golpe muy duro.