miércoles, 1 de diciembre de 2021


 Náufrago

Me faltan momentos
a los que aferrarme
para llegar al final de cada día,
solamente quiero algún soplido,
sólo un poco de luz
destilada en colores cálidos
al final de esta plegaria,
una pluma de arcángel
bajo mi vómito
en esta calle sin nombre,
una aguja,
atravesando esta tristeza
incontenible,
que me profane las venas.

Me sangran los amuletos
entre lo que tanto quise
y lo que ya no podré;
el horizonte escapa
de mis pies
como el humo
del fuego
y no existe orilla.

Mañana la resaca
me empujará de nuevo a ti
sin ahogarme,
me llevará a juntar
las letras de tu nombre en mi boca,
mañana seré arrastrado
por el oleaje
de nuestro dolor sin tierra
en la que apoyarme,
seré náufrago que prueba
el agua salada de tu memoria
y la vuelve a beber
hasta escupir sal
y no existe orilla.

Ya no lucho contra la corriente
mientras me hundo poco a poco
en la anestesia de la monotonía
del caos,
del agua y del viento
disputándose lo que queda de mí,
arrancándome el alma
del cuerpo
en cada ola
con la erosión rascando
desde la piel hasta los huesos
y no existe orilla,
ahora vivo en la tormenta.