viernes, 23 de noviembre de 2018

El libro

Después de intentar mover la presentación de mi libro por redes sociales (con escaso éxito) y por la vida real (de momento sólo en tres ciudades) me he dado cuenta que me quedaba todavía este rincón por mancillar. No tiene perdón que este blog, que no por casualidad tiene el mismo nombre que mi poemario,  haya permanecido tanto tiempo en silencio. Pues bien, ya estoy aquí.


Lo primero que tengo que decir es que estoy muy agradecido a Ediciones En Huída ya que ha sido la primera editorial que después de muchos años de intentar publicar, ha decidido que mis poemas merecían ser puestos sobre papel y, por supuesto, doy infinitas gracias a Alma, gran responsable de que este libro exista, por su apoyo y su enorme paciencia conmigo. Hasta hace unos meses cuando la gente del mundillo poético me preguntaba si tenía algo publicado o directamente me preguntaba dónde podían conseguir mis libros yo respondía en modo ocurrente que yo era póstumo. Ahora voy a tener que cambiar de chascarrillo, -evitando el de la mesa coja-. ¿Pero qué estoy sacando de todo esto?




Por un lado, estoy aprendiendo de los típicos errores del novato: no he sido todo lo minucioso con los detalles de la edición como lo debiera haber sido; como ya he dicho antes, no he sabido difundirme por redes ni contactar con periodistas para alcanzar a más gente y además siempre me ha dado apuro venderme. Todo lo que suponga comercializarme me crea cierta repulsa.
Por otra parte, es cierto que produce cierta ilusión ver materializado en 125 copias de papel eso que has anhelado tanto tiempo, pero una vez logrado lo desmitificas, pones los pies sobre la tierra y te llegan algunas dudas como: ¿quién va a comprar el libro?, ¿seré tan papético de no conseguir vender una tirada tan pequeña?, ¿se harán más tiradas?, ¿cuánto tiempo resistirá el libro al olvido?, ¿llegaré a aborrecer sus poemas?, ¿cuánto dinero voy a perder presentádolo por ahí?, ¿cuándo decidirán publicarme un segundo libro?
Este pesimismo es intrínseco a mi ser; parece que no me gusta estar bien y siempre encuentro una excusa para no disfrutar una victoria, pero estoy intentando mejorar como persona y canalizar esta actitud autodestructiva para que sea un modo de mejorar exigiéndome más. Os lo prometo, a partir de ahora voy a lloriquear menos y a crecer con cada tropiezo.

Y para terminar esta entrada voy a dejaros un poema del libro y también voy a dejaros un enlace de la página de Ediciones En Huida donde podéis conseguir mi libro.

Muchas gracias, se os quiere.




Los gatos

Los gatos de mi ciudad
suben de noche a los tejados
-como en cualquier ciudad-
y allí estiran sus cuerpos,
y sus patas,
y sus colas
hasta casi salir de sí mismos,
estiran sus deseos
hacia arriba
para intentar acariciar
       con sus garras
el universo
y así hacer tambalearse
algún astro,
esperando que caiga
para jugar con su luz
                 en las tinieblas.