A los poetas también
nos salen
granos,
y eructamos
en mitad de los poemas,
y nos emborachamos, y vomitamos
en los jardines del Parnaso.
Yo también voy en autobús
y
bajo
en la parada más triste.
Hago la compra
con marcas blancas
y siempre me olvido
de los hipérbatos
y de los guisantes
congelados,
también me hurgo las metáforas
mientras espero
en la cola del cajero automático,
y le miro el escote a tu hermana,
y hago chistes sobre lisiados,
y me gusta el plato que tú detestas,
y me quedé dormido durante la película
que te hizo llorar,
y seguramente te caigo mal,
pero no peor que tú a mí.
Los poetas también rompemos platos,
y la vajilla entera si hace falta,
los poetas…
los poetas sobretodo engañamos,
decimos mentiras,
aún diciendo la
verdad,
o quizás
para decir la verdad
decimos
mentiras,
no lo sé,
pero no te fíes,
porque un poeta
es tan débil y cobarde como tú,
pero con un verso del calibre justo
te (con)vencerá.
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