miércoles, 1 de diciembre de 2021


 Náufrago

Me faltan momentos
a los que aferrarme
para llegar al final de cada día,
solamente quiero algún soplido,
sólo un poco de luz
destilada en colores cálidos
al final de esta plegaria,
una pluma de arcángel
bajo mi vómito
en esta calle sin nombre,
una aguja,
atravesando esta tristeza
incontenible,
que me profane las venas.

Me sangran los amuletos
entre lo que tanto quise
y lo que ya no podré;
el horizonte escapa
de mis pies
como el humo
del fuego
y no existe orilla.

Mañana la resaca
me empujará de nuevo a ti
sin ahogarme,
me llevará a juntar
las letras de tu nombre en mi boca,
mañana seré arrastrado
por el oleaje
de nuestro dolor sin tierra
en la que apoyarme,
seré náufrago que prueba
el agua salada de tu memoria
y la vuelve a beber
hasta escupir sal
y no existe orilla.

Ya no lucho contra la corriente
mientras me hundo poco a poco
en la anestesia de la monotonía
del caos,
del agua y del viento
disputándose lo que queda de mí,
arrancándome el alma
del cuerpo
en cada ola
con la erosión rascando
desde la piel hasta los huesos
y no existe orilla,
ahora vivo en la tormenta.

miércoles, 27 de octubre de 2021

viernes, 1 de febrero de 2019

Palabra Voyeur: Poética

 




Hace un par de días publicaron la buena gente de Palabra Voyeur un vídeo genial con un poema mío incluído en el poemario Todo lo que no entre en la memoria (Ediciones En Huída, 2018).


Espero que os guste tanto como a mí.


Palabra voyeur: video-poema de "Poética"











viernes, 25 de enero de 2019

Descubrimiento del día: Partida de oficina, de Celeste Viedma



Partida de oficina


La foto la he sacado de aquí.

Cada lunes me rodeo de mercenarios.
Como rancios alfiles y devotos corceles
se mueven a zancadas apuradas
sobre esta gran mazmorra nauseabunda.

Vaya reguero de tinta vieja
que hunde todo barco de papel,
que disuelve amuletos y tesoros.

Un café con ella
y nadie sabe cuidar sin encerrar
nadie sabe cómo mantener con vida
sus desechos cristalinos de coraje.


Del libro Juncos de papel (Ed. Peces de ciudad, 2018)

viernes, 23 de noviembre de 2018

El libro

Después de intentar mover la presentación de mi libro por redes sociales (con escaso éxito) y por la vida real (de momento sólo en tres ciudades) me he dado cuenta que me quedaba todavía este rincón por mancillar. No tiene perdón que este blog, que no por casualidad tiene el mismo nombre que mi poemario,  haya permanecido tanto tiempo en silencio. Pues bien, ya estoy aquí.


Lo primero que tengo que decir es que estoy muy agradecido a Ediciones En Huída ya que ha sido la primera editorial que después de muchos años de intentar publicar, ha decidido que mis poemas merecían ser puestos sobre papel y, por supuesto, doy infinitas gracias a Alma, gran responsable de que este libro exista, por su apoyo y su enorme paciencia conmigo. Hasta hace unos meses cuando la gente del mundillo poético me preguntaba si tenía algo publicado o directamente me preguntaba dónde podían conseguir mis libros yo respondía en modo ocurrente que yo era póstumo. Ahora voy a tener que cambiar de chascarrillo, -evitando el de la mesa coja-. ¿Pero qué estoy sacando de todo esto?




Por un lado, estoy aprendiendo de los típicos errores del novato: no he sido todo lo minucioso con los detalles de la edición como lo debiera haber sido; como ya he dicho antes, no he sabido difundirme por redes ni contactar con periodistas para alcanzar a más gente y además siempre me ha dado apuro venderme. Todo lo que suponga comercializarme me crea cierta repulsa.
Por otra parte, es cierto que produce cierta ilusión ver materializado en 125 copias de papel eso que has anhelado tanto tiempo, pero una vez logrado lo desmitificas, pones los pies sobre la tierra y te llegan algunas dudas como: ¿quién va a comprar el libro?, ¿seré tan papético de no conseguir vender una tirada tan pequeña?, ¿se harán más tiradas?, ¿cuánto tiempo resistirá el libro al olvido?, ¿llegaré a aborrecer sus poemas?, ¿cuánto dinero voy a perder presentádolo por ahí?, ¿cuándo decidirán publicarme un segundo libro?
Este pesimismo es intrínseco a mi ser; parece que no me gusta estar bien y siempre encuentro una excusa para no disfrutar una victoria, pero estoy intentando mejorar como persona y canalizar esta actitud autodestructiva para que sea un modo de mejorar exigiéndome más. Os lo prometo, a partir de ahora voy a lloriquear menos y a crecer con cada tropiezo.

Y para terminar esta entrada voy a dejaros un poema del libro y también voy a dejaros un enlace de la página de Ediciones En Huida donde podéis conseguir mi libro.

Muchas gracias, se os quiere.




Los gatos

Los gatos de mi ciudad
suben de noche a los tejados
-como en cualquier ciudad-
y allí estiran sus cuerpos,
y sus patas,
y sus colas
hasta casi salir de sí mismos,
estiran sus deseos
hacia arriba
para intentar acariciar
       con sus garras
el universo
y así hacer tambalearse
algún astro,
esperando que caiga
para jugar con su luz
                 en las tinieblas.


miércoles, 22 de agosto de 2018

Home, de Warsan Shire

Ante el terrible crecimiento del racismo y la xenofobia en nuestro país y en Europa este poema es muy necesario.


Nadie deja su hogar a menos
que su hogar sea la boca del lobo
solo corres hacia la frontera
cuando ves al resto de la ciudad corriendo también
Tus vecinos corren más rápido que tú
con aliento sangriento en sus gargantas
el chico con el que fuiste al colegio
el que te besó tras la vieja fábrica de hojalata
sujeta ahora un arma más grande que él
solo dejas tu hogar
cuando tu hogar ya no te deja estar
Nadie deja su hogar si su hogar no le echa
con fuego bajo los pies
sangre caliente en el vientre
no es algo que hubieses pensado hacer
hasta que el cuchillo ardiente no amenazó tu cuello
e incluso entonces llevaste el himno en tu aliento
pero romper tu pasaporte en el baño de un aeropuerto
sollozando por cada pedazo de papel
te dejó claro que no volverías atrás
Debes entender
que nadie sube a sus hijos a un barco
a menos que el agua sea más segura que la tierra
nadie se quema la palma de las manos
bajo los trenes
debajo de los coches
nadie pasa días y noches en las entrañas de un camión
alimentándose de periódicos
a no ser que las millas recorridas
signifiquen algo más que el simple camino
Nadie se arrastra bajo las vallas
nadie quiere que le peguen
que le compadezcan
nadie elige los campos de refugiados
ni los cacheos que dejan el cuerpo dolorido
o la cárcel
Aunque la cárcel es más segura
que la ciudad del fuego
y un carcelero en la noche
es mejor que un camión lleno
de hombres que se parecen a tu padre
no hay quien pudiéra soportarlo
nadie podría digerirlo
ninguna piel sería suficientemente resistente
Los gritos de
volved a casa negros
refugiados
sucios inmigrantes
buscadores de asilo
chupando de nuestro país
negros con sus brazos extendidos
huelen extraño
son salvajes
destrozaron su país y ahora quieren
destrozar el nuestro
como las palabras
las malas pintas
les son indiferentes
tal vez porque duele menos
que que te arranquen un brazo
o las palabras son más aguantables
que catorce hombres entre tus piernas
o los insultos son más fáciles de tragar
que los escombros
los huesos
o el cuerpo de tu hijo
hecho pedazos
Quiero volver a mi hogar
pero mi hogar es la boca del lobo
mi hogar está plagado de armas
y nadie se iría de su hogar
a menos que su hogar le echara al mar
a menos que el hogar le dijera
que se diera prisa
que dejara atrás su ropa
que se arrastrara por el desierto
que atravesara los océanos
ahogado
seguro
hambriento
mendigando
olvidando la dignidad
porque sobrevivir es más importante
Nadie deja su hogar
hasta que su hogar no es una voz que le dice:
vete
huye de mí ahora
no sé en qué me he convertido
pero sé que en cualquier lugar
estarás más seguro que aquí.

miércoles, 18 de julio de 2018

Los quehaceres del poeta




Cincelar el grito
hasta encontrar el verso
que duerme en su seno,

destejer el bullicio
hasta dar con la melodía
        transparente de lo sublime,

escarbar las entrañas
                    del pensamiento
para atisbar la luz
y después de quemarte las retinas
explicar por qué valió la pena.