sábado, 29 de noviembre de 2014
Vivir por encima de mí
En la ciudad ha comenzado a llover
y tú no estás.
Todo está conectado
en modos infinitos
y yo elijo la conexión
que me parece más bella,
ni la más rápida,
ni la más lógica,
ni fácil,
que se clave Ockham su navaja,
¡muerte a la línea recta!
quiero que mi conexión seas tú
y por eso hoy
tú no estás
y en la ciudad ha comenzado a llover.
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Todo lo que no entre en la memoria
lunes, 24 de noviembre de 2014
Ahora
Ahora… ni antes ni después…
ahora está sucediendo,
dime tú qué vas a hacer.
Estamos llenos de hambre y luz,
nos está sangrando la paciencia;
no queremos esperanza
repleta de nada,
reclamamos nuestro todo,
nuestras palabras
contra su oro,
nuestro ahora contra su nunca.
Ahora… ni antes ni después,
ahora es el momento
dime tú qué vas a hacer.
Nosotros somos los culpables,
nos pisan,
nos roban, nos muerden,
bajamos la mirada,
nos insultan,
nos enferman, nos prohiben,
nos mean,
y no decimos nada,
nosotros somos los culpables
de nuestra muerte cuando nos matan.
Ahora… ni antes ni después,
ahora sopla el viento,
dime tú qué vas a hacer.
lunes, 10 de noviembre de 2014
Un año menos
Toc, toc, toc… toc, toc, toc… -Estoy durmiendo- toc, toc, toc, toc, toc, toc… El dolor de cabeza y dormir en un litera no me ayudan a llegar rápido a abrir la puerta.
-Felicidades.
No me lo esperaba: allí estaba Elena con un pastelito y una vela encendida.
-¿Qué haces aquí?
-¿No lo ves? felicitarte.
-Bueno.
-¿Vas a soplar la vela?
Entonces soplo la vela con pocas ganas.
-¿Ahora puedo ducharme?
-Se nota que anoche hubo fiestón.
-Sí, me emborraché solo en casa.
-Jajaja…
Mientras me ducho con una gran abulia pienso en qué hacer después. ¿La mando a casa? ¿le invito a un café? ¿cocino algo? No, no tengo ganas de cocinar.
-¿Nos vamos a pillar una pizza?
-Mejor vamos al griego que hay aquí al lado.
-Vale, pero no sé si está abierto.
Cuando llegamos pide mesa para cuatro.
-También vienen Antonio y Alba.
En ese momento me creo la imagen de ella mandando mensajes a toda la gente que se había olvidado de mi cumpleaños, intentando movilizarla para evitar que pase el día encerrado en casa solo. Ya sé que todo el día va a ser una gran improvisación para intentar maquillar el olvido, para intentar no quedar mal. Me los imagino pensando “¡Mierda, hoy es el cumpleaños de Jess!”.
No intento esconder mi depresión y hoy hace un día espléndido: al buen tiempo, mala cara. Y así va pasando la tarde: vamos a tomar unas cervezas y Alba y Elena buscan una excusa para ausentarse. Antonio se queda con el papelón de quedarse con el suicida en potencia. Al cabo de unos cuarenta minutos aparece Diego. Por lo que se ve él no está en el ajo. Cuando Antonio le suelta que hoy es mi cumpleaños, no sabe cómo reaccionar, al final me felicita.
Vamos a la plaza a sentarnos en un banco con unas birras del pakistaní. Y después de un rato, ya de noche, llegan cuatro o cinco amigos como hormiguitas, algo dispersas pero en fila. Uno lleva una tarta y en cuanto arriban le colocan una vela. No les dejo que canten la horrible canción y soplo la llama lo antes posible. Que empiece el pastel quien quiera, a mí me da igual. Después de una media hora me toca empezarlo a mí. Ya tengo hambre y ese trozo y las birras van a ser mi única cena. Nadie demuestra mucha felicidad, pero tampoco tristeza, están confundidos, no saben cómo tienen que actuar conmigo. Yo solo quería estar solo en casa.
Después de un rato Elena decide que es el momento y saca el regalo: un libro. Me da pereza abrirlo. Yo no quería ningún libro más. Tengo muchísimos libros pendientes, pesan mucho en la maleta y ya me han regalado más de una vez libros que ya tenía o que me había leído. Recuérdame que te odie de Alex de la Iglesia ¿Acaso será una indirecta? ¿realmente quieren que los odie? además lo han comprado hoy, domingo, en una famosa cadena de librerías, sabiendo lo que yo pienso de comprar los festivos y de las grandes franquicias. Al menos éste no lo tengo. Estoy harto de tragar. No quiero estar allí, no quiero ese regalo, ahora tengo todavía más ganas de emborracharme solo.
La gente se va yendo poco a poco y yo también, y mientras vuelvo a casa me acuerdo de una extraña llamada que me pasó Antonio de Roberto:
-Hola.
-Hola, ¿qué tal la fiesta de ayer?
-Bien, con mucha gente del sur.
-Ah, vale.
Y después un silencio extraño de unos diez segundos. Y mi cabeza sigue dando vueltas por si sola. A nadie le importo lo suficiente como para que me organice una fiesta, a nadie le importo lo suficiente como para convencer a la gente para que me hagan un regalo de verdad, a nadie. Sólo le importo lo suficiente a Elena para recordar mi cumpleaños y yo soy tan gilipollas que ni se lo agradezco. En fin, un año menos.
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miércoles, 29 de octubre de 2014
Un año más
Otra vez doce de octubre, aquí en Italia no es fiesta, pero esta vez cae en domingo. Da igual, en estos últimos años me he acostumbrado a que mi cumpleaños pase como cualquier otro día. Esta noche nadie piensa en mí, como en estos últimos años. Todos han decidido ir a la fiesta de Lorena. Ella sí sabe cuándo es: ¿habrá pensado en mí? ¿se habrá dado cuenta de que su fiesta coincide con mi no-fiesta?
Fuera llueve y me he quedado solo en casa. Tengo munición alcohólica para montar mi propia fiesta. Cuando ya estoy terminando la primera birra suena el móvil: Antonio. Lo dejo sonar, me gusta la canción que tengo de tono, además, sé que él también está en la fiesta de Lorena. El teléfono suena de nuevo: Alba. No pienso ir a esa fiesta de mierda. Mi fiesta es mucho mejor, aquí no hay ex-somossoloamigos, no hay gente que se cabrea porque estoy deprimido y no me da la puta gana sonreír, no hay ladrones de abrigos, no hay capullos que me levantan a la chica, no hay felicitaciones falsas, no hay fotografías (odio las fotografías), no hay meteduras de pata, no hay nadie, no hay nada. Solo yo, botellas vacías de cerveza y todavía una botella de whisky barato.
Ya es medianoche: feliz cumpleaños, Jess. Mañana habrá resaca y la esperanza de que nadie me venga a molestar. Un año más.
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domingo, 5 de octubre de 2014
Siglo XXI, de Neorrabioso
Por aquí pasó Neorrabioso.
Siglo XXI,
tus caballos se mueren
por falta de viento.
Tus caballos se miran
sus propios ojos,
tus caballos se muerden
sus propios belfos.
Siglo XXI,
tus caballos se mueren
por falta de viento.
Siglo XXI,
tus caballos se mueren
por falta de viento.
Tus caballos se miran
sus propios ojos,
tus caballos se muerden
sus propios belfos.
Siglo XXI,
tus caballos se mueren
por falta de viento.
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domingo, 24 de agosto de 2014
La Caracola, de Juan Bonilla
Este es un poema que se escribió para un público infantil, pero...
Dentro de esta caracola
ruge un mar contra una playa,
en la que quizás alguien haya
dejado una caracola,
en cuyo interior estalla
un mar que muere en la playa
dentro de otra caracola,
que alguien como yo se acerca,
al oído y oye terca
como rompe la mar sola
sus olas en otra playa
en la que quizás alguien haya
dejado otra caracola.
Y así dentro de cada uno,
otra playa y otro abismo,
y quizás nosotros mismos,
este mar con esta luna,
estemos dentro de alguna
caracola colosal,
que alguien se acerca al oído,
para escuchar el sonido
que hace nuestra soledad...
ruge un mar contra una playa,
en la que quizás alguien haya
dejado una caracola,
en cuyo interior estalla
un mar que muere en la playa
dentro de otra caracola,
que alguien como yo se acerca,
al oído y oye terca
como rompe la mar sola
sus olas en otra playa
en la que quizás alguien haya
dejado otra caracola.
Y así dentro de cada uno,
otra playa y otro abismo,
y quizás nosotros mismos,
este mar con esta luna,
estemos dentro de alguna
caracola colosal,
que alguien se acerca al oído,
para escuchar el sonido
que hace nuestra soledad...
lunes, 11 de agosto de 2014
Los Nadie - Karla
Una de mis guitarras se llama Karla por esta canción.
Karla.
Tómate esta nana
con un poco de coca
no te hagas la loca.
Esta noche te vi, saliendo del coche
esta noche te vi, y rozabas la niebla
esta noche te vi y tus ojos no estaban aquí.
¡¡No estabas aquí!!
Karla.
¿Quién es ese tipo?
Parece que tiene pasta.
Acuérdate de tus amigos.
Esta noche te vi, saliendo del coche
esta noche te vi, y rozabas la niebla
esta noche te vi y tus ojos no estaban aquí.
¡¡No estabas aquí!!
Karla.
No tengas tanta prisa
por quedarte sin blanca,
y acábate la copa.
Esta noche te vi, saliendo del coche
esta noche te vi, y rozabas la niebla
esta noche te vi y tus ojos no estaban aquí.
¡¡No estabas aquí!!
Karla.
Tómate esta nana
con un poco de coca
no te hagas la loca.
Esta noche te vi, saliendo del coche
esta noche te vi, y rozabas la niebla
esta noche te vi y tus ojos no estaban aquí.
¡¡No estabas aquí!!
Karla.
¿Quién es ese tipo?
Parece que tiene pasta.
Acuérdate de tus amigos.
Esta noche te vi, saliendo del coche
esta noche te vi, y rozabas la niebla
esta noche te vi y tus ojos no estaban aquí.
¡¡No estabas aquí!!
Karla.
No tengas tanta prisa
por quedarte sin blanca,
y acábate la copa.
Esta noche te vi, saliendo del coche
esta noche te vi, y rozabas la niebla
esta noche te vi y tus ojos no estaban aquí.
¡¡No estabas aquí!!
lunes, 4 de agosto de 2014
miércoles, 30 de julio de 2014
O todavía, de Escandar Algeet
Escandar ha sido mi último descubrimiento poético. Ya tengo todos sus libros. ¿A qué esperáis para descubrirlo también vosotros?
Matamos a dios y estuvo bien, porque no existía.
No hubo tanto que discutir, solamente nos quedamos huérfanos
de clavos ardiendo
y sin tener a lo que aferrarnos nos dejamos caer
creyendo que nosotros mismos
sabríamos salir por nuestra propia cuenta
del precipicio.
Nos dejamos caer confiando demasiado quizá
en nuestras alas.
Y está claro que algo no salió bien.
Inventamos el mercado
la economía
la democracia
y las listas del paro.
No contentos con tanto
inventamos la comunicación
los simulacros
y la pornografía.
Hasta los secretos
nos inventamos.
y las mentiras.
Sobre todo las mentiras.
Echa un vistazo al patio si no me crees.
Es una cuestión de fe no hacerlo.
Y matamos a dios, ¿recuerdas? Y estuvo bien.
De acuerdo.
Pero hemos convertido el destino en una resignación,
la miseria en rutina
y hemos reducido el fuego al calor de su potencia
hasta meterlo en un caja de cerillas
y ponerle una señal de aviso.
De advertencia.
Aquí nadie se acuerda de los sueños
y mejor,
porque tienen que dar un miedo de la ostia.
Como niños riéndose por la noche en las alcantarillas
mientras chocan sus globos contra las rejas de los desagües
y explotan.
Los globos.
Hay una capa de odio que nos hemos puesto como lentillas en los ojos.
Un disfraz caducado tan podrido que apesta como nuestras desilusiones.
Hemos cifrado la necesidad en números,
el valor en porcentajes,
y hemos puesto en oferta la falta de interés.
Nos hemos estadistiqueado hasta la médula.
¿Y para qué negarlo? Estamos perdidos.
No tenemos ni puta idea de hacia dónde vamos.
Nos rascamos la cabeza desorientados y encogiéndonos de hombros.
Tenemos muchos cómos
y ningún por qué.
Nuestro único objetivo se reduce al final
a conseguir la pasta
con la que comprar una felicidad que ya de por sí es un sucedáneo.
Porque eso hicimos con todo.
Lo pusimos un precio
y dejamos que engordara como los cerdos antes de san Martín.
La publicidad puso los escaparates.
Los gobiernos traficaron con los impuestos.
La prensa hizo su trabajo.
¿Y nosotros? ¿Que dónde estábamos nosotros?
Comprando.
Dónde íbamos a estar si no.
Sin una filosofía a la que aferrarnos,
sin nada
sin absolutamente nada
por lo que poder jugarnos la vida.
Nuestra única vida,
nuestra desdichada pretenciosa y sobre todo irrepetible vida
ahora que no nos queda ni dios
y hasta los viejos se mueren en silencio.
No tenemos por lo qué luchar.
Nos da igual la mierda mientras no nos salpique.
Así que hacemos grandes letrinas en donde cagarnos
y las llamamos países,
no sea que se piensen que pensamos.
Reconozcámoslo: no tenemos ninguna respuesta.
Todavía.
Matamos a dios y estuvo bien, porque no existía,
pero nos quedamos sin clavos ardiendo
a los que aferrarnos
y así estamos: cayendo.
Y sin ninguna fe ya en los milagros.
O todavía.
Matamos a dios y estuvo bien, porque no existía.
No hubo tanto que discutir, solamente nos quedamos huérfanos
de clavos ardiendo
y sin tener a lo que aferrarnos nos dejamos caer
creyendo que nosotros mismos
sabríamos salir por nuestra propia cuenta
del precipicio.
Nos dejamos caer confiando demasiado quizá
en nuestras alas.
Y está claro que algo no salió bien.
Inventamos el mercado
la economía
la democracia
y las listas del paro.
No contentos con tanto
inventamos la comunicación
los simulacros
y la pornografía.
Hasta los secretos
nos inventamos.
y las mentiras.
Sobre todo las mentiras.
Echa un vistazo al patio si no me crees.
Es una cuestión de fe no hacerlo.
Y matamos a dios, ¿recuerdas? Y estuvo bien.
De acuerdo.
Pero hemos convertido el destino en una resignación,
la miseria en rutina
y hemos reducido el fuego al calor de su potencia
hasta meterlo en un caja de cerillas
y ponerle una señal de aviso.
De advertencia.
Aquí nadie se acuerda de los sueños
y mejor,
porque tienen que dar un miedo de la ostia.
Como niños riéndose por la noche en las alcantarillas
mientras chocan sus globos contra las rejas de los desagües
y explotan.
Los globos.
Hay una capa de odio que nos hemos puesto como lentillas en los ojos.
Un disfraz caducado tan podrido que apesta como nuestras desilusiones.
Hemos cifrado la necesidad en números,
el valor en porcentajes,
y hemos puesto en oferta la falta de interés.
Nos hemos estadistiqueado hasta la médula.
¿Y para qué negarlo? Estamos perdidos.
No tenemos ni puta idea de hacia dónde vamos.
Nos rascamos la cabeza desorientados y encogiéndonos de hombros.
Tenemos muchos cómos
y ningún por qué.
Nuestro único objetivo se reduce al final
a conseguir la pasta
con la que comprar una felicidad que ya de por sí es un sucedáneo.
Porque eso hicimos con todo.
Lo pusimos un precio
y dejamos que engordara como los cerdos antes de san Martín.
La publicidad puso los escaparates.
Los gobiernos traficaron con los impuestos.
La prensa hizo su trabajo.
¿Y nosotros? ¿Que dónde estábamos nosotros?
Comprando.
Dónde íbamos a estar si no.
Sin una filosofía a la que aferrarnos,
sin nada
sin absolutamente nada
por lo que poder jugarnos la vida.
Nuestra única vida,
nuestra desdichada pretenciosa y sobre todo irrepetible vida
ahora que no nos queda ni dios
y hasta los viejos se mueren en silencio.
No tenemos por lo qué luchar.
Nos da igual la mierda mientras no nos salpique.
Así que hacemos grandes letrinas en donde cagarnos
y las llamamos países,
no sea que se piensen que pensamos.
Reconozcámoslo: no tenemos ninguna respuesta.
Todavía.
Matamos a dios y estuvo bien, porque no existía,
pero nos quedamos sin clavos ardiendo
a los que aferrarnos
y así estamos: cayendo.
Y sin ninguna fe ya en los milagros.
O todavía.
domingo, 27 de julio de 2014
Mi cama
Perdonad mi ausencia. Tuve problemas con mi contraseña gmail. Después de una eternidad lo he solucionado. Ahora he vuelto y no me pienso ir.
Florecerán los besos
sobre las almohadas
Miguel Hernández
Mi cama se siente terrible-
mente sola
cuando tú no anidas en ella,
se arruga, se retuerce en sábanas
manchadas de días de diario.
Mi cama se hunde
en el silencio
que se enreda a mi colchón.
No cuadra la ecuación
de mi piel
sin tu tacto.
Florecerán los besos
sobre las almohadas
Miguel Hernández
Mi cama se siente terrible-
mente sola
cuando tú no anidas en ella,
se arruga, se retuerce en sábanas
manchadas de días de diario.
Mi cama se hunde
en el silencio
que se enreda a mi colchón.
No cuadra la ecuación
de mi piel
sin tu tacto.
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